No lo puedo evitar, por más que digan que el verano no ha terminado todavía, el comienzo de un nuevo curso escolar me produce esa sensación de que algo acaba, aunque algo también empieza.
Esta mañana he visto mariposas revoloteando entre las barrigas.
Y algunas lágrimas también.
Era el último día de las vacaciones de verano de Garmann, un niño noruego.
Sus tías abuelas venían de visita y ya olía a otoño.
Garmann se impacientaba al ver que no se le movía ningún diente.
Aún no se le había caído ninguno.
Quedaban trece horas para el comienzo de su vida escolar.
Por eso tenía miedo.
El miedo a pasar etapas, a crecer, a convertirnos en otros, protagoniza este libro con una propuesta formal muy arriesgada. La técnica del collage en el que intervienen la fotografía y el dibujo consigue efectos sorprendentes entre el hiperrealismo y el surrealismo. La voz del protagonista presenta ante el lector un mundo de sentimientos muy delicados y los hace muy cercanos.
El autor del libro es Stian Hole, artista gráfico y diseñador nacido en Noruega en 1969, uno de los ilustradores más innovadores de Escandinavia. Después de terminar sus estudios de comunicación visual en la Escuela Nacional de Artes y Oficios de Oslo, junto con sus colegas fundaron la agencia Blæst Diseño, especializada en el diseño de libros y tipografía. Ha creado ilustraciones para cubrir las novelas de autores bien conocidos, como Saabye Christensen y Gaardner.
En 2005 Stian Hole hizo su debut en la literatura infantil, con El viejo y la ballena.
En nuestra biblioteca tenemos otro álbum del mismo autor, La calle de Garmann,
publicado también por la editorial Kókinos. Y tan interesante como el primero.
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